Sin embargo, en ocasiones el paisaje natural está muy alejado y no nos queda más opción que utilizar las vías urbanas para ejercitarnos corriendo, y es aquí donde puede surgir la duda acerca de cuál es la mejor superficie para correr.
Correr en vías urbanas implica ejercitarse sobre asfalto, en la mayoría de los casos, y la dureza de este terreno puede tener sus beneficios, así como sus perjuicios. En primer lugar, las calles de ciudad o vías urbanas son creadas sin imperfecciones, con materiales duros que soportan el gran tránsito, por ello, si bien podremos correr más rápido por ellas y sin el riesgo de tropezar con pozos, nuestras articulaciones se dañarán más que si corremos en superficies blandas.
Si por el contrario tenemos la posibilidad de correr rodeados de naturaleza, por ejemplo por césped, podremos disfrutar de una superficie blanda, menos transitada y que produce menos impacto en las articulaciones. La única desventaja de este terreno es la humedad que puede presentar en días lluviosos e incluso, los pozos, ramas u otros obstáculos que pueden esconderse debajo del césped y dañar, potencialmente, nuestras piernas.
Asimismo, otro de los terrenos usados para correr, sobre todo en verano, es la tierra o arena, si ésta se encuentra mojada tras un día de lluvia, la posibilidad de correr sobre ésta será limitada o muy engorrosa. No obstante, si ésta se encuentra seca y dura, puede ser menos dura que el asfalto y no tan blanda como el césped. Pero siempre debemos tener mucho cuidado, pues en estas superficies suele haber más imperfecciones y es aquí donde podemos sufrir torceduras y otro tipo de lesiones en las articulaciones.
En la arena dura, por ejemplo, a la orilla de la playa, las articulaciones también pueden recibir un alto impacto, por eso es recomendable correr a intensidad moderada y no por mucho tiempo.
Concluyendo, el terreno que elijamos para correr, no sólo dependerá de nuestras posibilidades, sino del estado de las articulaciones, del entrenamiento que realicemos, del calzado que usemos y además, de las preferencias particulares de cada corredor.
Si sólo disponemos de terrenos irregulares, sería bueno trotar o caminar, para evitar posibles lesiones y aún así, tonificar las piernas. En cambio, si vives rodeado de edificios y sólo puedes ejercitarte en vías urbanas, puedes correr alternando con otras superficies para no sobrecargar las articulaciones y además, puedes reducir el impacto de los terrenos duros mediante la utilización de calzado blando.
Para todos los gustos y necesidades, pero sólo tú tienes la última palabra, ¿qué terreno prefieres para correr?
Por Gabriela Gottau para FitnessOnline.com.ar